Entró a robar una panadería con una escopeta y se llevó la recaudación, la balanza y galletitas

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"En algún momento a todos nos va a pasar", dice resignado Pablo, el dueño de la panadería Mimi, ubicada sobre la calle Bergamini, en El Palomar. El local fue robado por un

hombre que entró con una escopeta.

Ocurrió el pasado jueves, cerca de las 19.30, en una zona "donde no pasa nadie, no pasan autos y por eso tienen tiempo para hacer estas cosas", relata la víctima del hecho en declaraciones a la señal TN.

Las cámaras de seguridad del "corredor comercial seguro", como el Municipio denominó a la zona, captaron cómo un auto estaciona a pocos metros del local y de él baja un hombre con campera camuflada, capucha color clara y una gorra de lana gris. A cara destapada y con una escopeta en mano, con la cual acorraló e intimidó a los empleados.

Les quitó el celular y les ordenó que se quedaran a un costado sin hacer nada, mientras él comenzaba a recolectar su botín.

"Se llevó la recaudación que no era nada, la balanza. La recaudación eran 4 mil pesos. La plata no fue lo doloroso. Por ahí la balanza y el celular de una empleada... y el mal momento que pasaron los empleados", detalló Pablo.

BANER MTV 1

El último de los trabajadores en darse cuenta de lo que estaba ocurriendo fue un hombre que estaba preparando una bandeja en la cocina y se sorprendió al ver al delincuente entrar. Sin oponer resistencia y sin quererlo, el empleado fue de gran ayuda en el crimen.

Según muestran los videos del interior del local, que tiene un frente de vidrio, heladeras contra una de sus paredes, un largo mostrador con mercadería lista para vender y estantes a sus espaldas con más productos, el delincuente lo eligió para asistirlo.

Le abrió la caja registradora y le alcanzó cuanto billete allí había. Los fue colocando en una bolsa y luego lo ayudó a desconectar y desarmar la balanza electrónica, que, entre ambos, introdujeron dificultosamente dentro de una bolsa.

El delincuente llegó a encontrarse con sus dos manos ocupadas y hasta con su arma guardada dentro de un abrigo, lo que igualmente no le impidió seguir con su tarea recaudatoria.

"Él tuvo la seguridad de que los chicos no iban a actuar y gracias a eso él fue tranquilo también. Es un barrio donde no pasan autos, no pasa nadie y tienen tiempo para hacer estas cosas", dijo el comerciante.

Ya al irse y tras liberar a su circunstancial auxiliar, recorrió por última vez el mostrador desde donde, al paso, se iba llevando algo de comida. "Fueron unas galletitas y no sé qué", comenta despreocupado Pablo.

"Fue algo muy tranquilo y los chicos estuvieron tranquilos. No lamentamos nada en realidad", agregó, al tiempo que evitó cargar contra el municipio o la policía, ya que se trata de "inseguridad a nivel país lo que estamos viviendo".

"Seguir, se sigue igual, a todos nos va a pasar", finalizó entre resignado y aliviado porque no fue un hecho violento, según su punto de vista.

Afuera del local, al ladrón lo esperaba un cómplice, con quien escapó en el mismo vehículo en el que llegaron, mientras las autoridades, "que llegaron en seguida", recibieron la denuncia e investigan detalles sobre lo sucedido.

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