Una hora despupes de los previsto, a las 11 de este marte arrancó la última audiencia del juicio por el crimen de Lucas González, el joven futbolista de Barracas Central, que fue
Los jueces Ana Dieta de Herrero, Daniel Navarro y Marcelo Bartumeu Romero, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 25 porteño, darán a conocer el veredicto luego de que los imputados hagan uso de su derecho a expresar sus últimas palabras.
El inspector Gabriel Alejandro Isassi (42), el oficial mayor Fabián Andrés López (48) y el oficial Juan José Nieva (38), miembros de la División Brigadas y Sumarios 6 de la Comuna 4 de la Policía de la Ciudad, están imputados por el crimen de Lucas (17) y el intento de homicidio de sus tres amigos, Joaquín Zúñiga (19), Julián Salas (19) y Niven Huanca (19).
Además, también se debatió sobre la participación de otros 11 agentes porteños de distintos rangos en el encubrimiento de hecho y las posteriores torturas a los tres sobrevivientes.
La jornada coincidió con el cumpleaños número 37 de Cintia López, la madre del joven asesinado, que atravesó varios intentos de suicidio tras el homicidio. El juicio llevó casi cuatro meses de debate y más de 50 testigos que declararon en 18 audiencias.
En la previa, la mujer dijo que "no es el cumpleaños que esperaba, es uno de los peores de mi vida. Quisiera estar en mi casa, haciendo una torta como hacíamos siempre y no acá esperando una sentencia para saber si los asesinos de mi hijo son condenados o no".
Sobre los tres agentes imputados por el homicidio, fue contundente: "Que los tres asesinos de mi hijo tengan la perpetua que se merecen, que salgan de la cárcel cuando yo saque a mi hijo del cementerio... yo nunca lo voy a sacar a mi hijo del cementerio, asi que quiero que ellos no salgan nunca de la cárcel". Y agregó que está estudiando enfermería, porque es algo que le había prometido a Lucas.
La audiencia se desarrolla en el auditorio AMIA de los tribunales federales de la avenida Comodoro Py 2002, en Retiro, con mayor capacidad para la asistencia de público y donde se realizaron las dos primeras audiencias del debate oral, que comenzó el 16 de marzo.
El dolar del papá
En la puerta de los tribunales, Héctor González, papá de Lucas, que lleva la cara de su hijo tatuada en la espalda, afirmó que siempre buscó "justicia y no venganza" y afirmó que "está orgulloso de ser papá de Lucas".
"No volví a trabajar hasta hoy, estoy bajo tratamiento psiquiátrico, pero tengo que seguir porque tengo otros dos hijos que criar", contó Héctor sobre los casi 20 meses que pasaron desde el crimen.
"Hoy cerramos una puerta en lo judicial, es por lo que venimos luchando, tratando de sacar adelante cada día. No sé cómo va a ser mañana, son etapas, cerramos una puerta y tenemos que abrir otra para poder criar a mis otros dos hijos", afirmó.
En cuanto a los policías, afirmó que nunca lo vio arrepentidos. "Si hubiesen cometido un error, hubiesen estado arrepentido, pero encubrieron, hicieron todo mal, involucraron a muchos. Lucas estaba con masa encefálica (derramada) en un auto, y le pusieron un auto, lo quemaron con un cigarrillo", cuestionó.
"Somos genuinos, somos pobres, pero somos honrados y estoy orgulloso de ser papá de Lucas", concluyó antes de entrar a la sala y dijo que no es casualidad que el fallo haya coincidido con el cumpleaños de la mamá del chico. "Lucas está presente, se manifiesta a través de todo esto".
El caso
Lucas y sus amigos fueron atacados a balazos el 17 de noviembre de 2021 cuando salieron de entrenar del club Barracas Central y regresaban a sus casas a bordo de un Volkswagen Suran y fueron interceptados por un Nissan Tiida en el que circulaban tres policías de la Brigada 6 de la Comuna 4 a la altura del cruce de las avenidas Iriarte y Vélez Sarsfield.
Como no tenían identificación policial, los chicos pensaron que podían ser ladrones e intentaron escapar, momento en que los oficiales les dispararon.
Dos balazos impactaron en la cabeza de Lucas, quien murió al día siguiente en el hospital El Cruce de Florencio Varela.
Los amigos de la víctima fueron esposados y trasladados en calidad de detenidos al instituto de menores Inchausti, donde fueron liberados al día siguiente tras determinar que no se trataban de delincuentes sino de adolescentes que habían salido de un entrenamiento de fútbol.