Crimen de la calle Gallo: violencia de género, sicarios y la última pena de muerte en Argentina

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20/07/2023 6:01Actualizado al20/07/2023 6:01
Escenas delcrimen

Violencia de género, sicarios y la última pena de muerte en Argentina

Caso LivingstonCaso LivingstonCaso Livingston
Livingston

El 20 de julio de 1914, el contador Frank Carlos Livingston fue asesinado en su casa. Suesposa, cansada de los maltratos, fue la que encargó que lo mataran. Le dieron 36 puñaladas y el olfato de undetective fue clave para descubrir la verdad.

Mara Resio

La escena hoy

Una fachada parisina de esas que cada vez se ven menos en Buenos Aires. Techos muy altos. Un vestíbulo queconectaba con un pasillo que iba hacía el patio. Dos habitaciones, un baño, la cocina, la sala y el comedorterminaban por completar la planta baja de la casa de Gallo 1680, en Recoleta. Lo que pasaba dentro era unsecreto. Pero la violencia que se ocultaba detrás de la puerta negra de hierro explotó pasada la medianochedel 20 de julio de 1914. Un pacto criminal entre dos mujeres, con ayuda de inmigrantesitalianos, se había puesto en marcha.

Sangre en las paredes y en el piso del vestíbulo. Una percha caída y una maceta fueron testigos de lo quesucedió esa madrugada. Tirado sobre el piso yacía Frank Carlos Livingston. Con la manoderecha sobre el abdomen, como si intentara tapar una herida, y la cabeza caída para el lado izquierdo. Desobretodo y pantalón negro. La pelea que dio no lo salvó. Lo habían matado. Y así, la historia sobre el crimende la calle Gallo comenzaba.

El homicidio estaba "rodeado de circunstancias misteriosas". La única certeza es que el subcontador del BancoHipotecario Nacional fue atacado de 36 puñaladas. La herida más grave le cortó la carótida yprovocó su muerte. Debajo del cuerpo de la víctima había un cuchillo de 33 centímetros. Además, junto alcadáver, había otra arma blanca de 75 centímetros.

Fotos del caso

Vestíbulo de la casa donde ocurrió el crimen

Fotos del caso

Durante la lucha entre Livingston y sus asesinos se cayó la percha del vestíbulo

Fotos del caso

Sangre de la víctima en el hall de su casa

109 años separan dos imágenes de esa dirección de Recoleta que nada tienen que ver. Ahora hay un edificio de10 pisos (los últimos dos son un dúplex). La puerta de ingreso es de vidrio y allí reza un cartelito: "Porsu seguridad verifique que la puerta quede bien cerrada". Una cámara de seguridad controla quiéningresa y detrás de ella una planta de interior y un escritorio completan el lobby. A su derecha, ungaraje con portón blanco.

Las plantas abundan en los primeros cuatro balcones, en el resto casi no existen. Las personas que caminanpor la vereda usan camperas de distintos colores, jeans y gorros de lana. En el siglo pasado, el día delcrimen en esa puerta solo habían hombres con tapados, pantalones y sombreros. Todos de negro.

Las personas que viven en el edificio nunca escucharon hablar sobre el crimen que ocurrió en ese mismoterreno. "Ocho amigos compraron la casa que había antes. La tiraron abajo para hacer este edificio. Yo hace 17años que vivo acá", dice Roberto Saravia (84) mientras sonríe y está a punto de abrir la puerta de entrada.

Fotos del caso

Fachada de Gallo 1680

A la izquierda del edificio hay otro igual que cuenta con una peluquería en la planta baja. Tampoco saben loque le ocurrió hace más de 100 años al hombre que vivía al lado. En ese entonces, había un edificio de pocospisos parecido al de los Livingston. Pese a que las construcciones se modernizaron, en la cuadra, de la manode enfrente aun quedan edificios con estilo antiguo. Se entremezclan con locales de venta de cremas, bares yfarmacias. La zona es altamente transitada. El bullicio de los colectivos, los autos y quienes caminan rompencualquier tipo de tranquilidad.

Loslugares de un crimen impensado

Jockey Club

Livingston era socio de este club de hombres y lo frecuentaba mucho.

Cárcel de Mujeres

Actual Museo Penitenciario. En esta prisión estuvo detenida Carmen Guillot por mandar a matar a suesposo. Se le permitió que tuviera con ella a su bebé.

El Mercado

Lugar donde trabajaban los asesinos, en su puesto vendían pescado. Como las armas homicidas teníanese olor, además de escamas pegadas, la investigación buscó a los proveedores de pescado de la familiaLivingston.

Cementerio de la Recoleta

El féretro de Livingston fue depositado en la bóveda de los Luro, amigos de la familia.

Gallo 1680 (Recoleta)

En esta dirección vivía la familia Livingston donde fue asesinado Frank CarlosLivingston al ingresar a su hogar en la madrugada del 20 de julio de 1914.

La historia

Hacía 22 años que Frank y Carmen estaban juntos. Él tenía 45 años y ella 40. Ya tenían siete hijos y el máschico tenía apenas unos meses. No era un matrimonio feliz. Él estaba ausente en su hogar y el tiempo libre lopasaba con sus amantes.

Pero no solo fallaba como marido y padre en lo sentimental sino también en lo económico. Tenía un buen sueldoy una fortuna de su familia estadounidense, pero apenas pagaba algunos gastos de la casa. Esto llevaba aCarmen a endeudarse y pedir fiado para darles de comer a sus hijos.

Fotos del caso

Carmen Guillot, la autoraintelectual del homicidio a su marido. Frank Carlos Livingston, la victima del crimen de la calle Gallo

La mujer soportaba no solo violencia económica, sino física. Livingston le pegaba a Carmen porquedebía plata. Por eso, ella no quería salir a la calle, para que no le vean las marcas que le dejabaen todo el cuerpo.

Lo que hacía el contador con el dinero era gastarlo en carreras de caballos, fiestas con sus amigos de laalta sociedad y comidas con sus amantes. Era normal que después de volver del trabajo y cenar, saliera y noregresara a dormir a su casa.

Carmen no encontraba una salida para la situación que soportaba. El divorcio no existía entonces.Solo la muerte los podía separar. Pensó en envenenarlo pero lo descartó porque le harían unaautopsia. Hasta que se dio cuenta que la única altenativa era contratar a un sicario.

Vio una oportunidad cuando el pescadero calabrés Salvatore Viterale (22) le pidió aLivingston que le pagara una deuda de $ 200, antes de que se diera cuenta su socio Raffaelle Próstamo. Carmenle prometió que ella se la pagaría y le ofreció $ 2.000 a cambio de matar a su esposo.

Fotos del caso

Salvatore viterale fue a quienCarmen Guillot le pidió que mate a su esposo

Fotos del caso

Juan Lauro fue uno de los asesinosy fue fusilado

Viterale nunca había matado a nadie, pero lo pensó porque necesitaba la plata para salir de la pobreza.Aunque no se animó a hacerlo solo. Le propuso la idea a sus compatriotas y colegas, Giambattista Lauro(24) y Francesco Salvatto (27). Ellos también vivían en la indigencia.

"Lo atractivo de la historia es que la mujer golpeada manda a matar a su marido y contrata a inmigrantes. Seve la lucha de clases. El millonario termina asesinado por inmigrantes pobres", dice a ClarínDiego Zigiotto, escritor y agente de viajes. Organiza tours de “Buenos Aires Misteriosa” donde cuentancrímenes y leyendas urbanas.

¿Pero cómo era Buenos Aires en 1914? "La economía afectaba a los migrantes y no migrantes. Era una sociedadcon expectativas de retorno al país de origen con dinero o de traer a sus familias", dice a este diario DiegoGaleano, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, especializado en historia socialdel delito.

Ese contexto explica, para el sociólogo e historiador, la decisión de los italianos de matar a Livingston:"Los asesinos actuaron racionalmente porque recibían dinero y había emoción porque tenían la esperanzadepositada en la migración. Seguramente hicieron un esfuerzo grande para venir a Argentina y se encontraroncon pobreza acá".

En un capítulo de uno de sus libros de la misma temática, Zigiotto cuenta la historia. Para él, fue algo"rarísimo que la mujer se revelara contra el marido y decida asesinarlo, incluso convenciendo a la mucama". Encontraposición, Galeano cree que "no fue excepcional que la mujer mató a un hombre sino que haya ocurrido enesa clase social".

Fotos del caso

Amenábar y Manuela Pedraza, dondeatacaron por primera vez a Livingston

La esquina de Amenábar y Manuela Pedraza fue la elegida para la primera emboscada. Los jóvenes atacaron aLivingston, pero logró defenderse y hacerlos huir. El segundo intento fue el de Viterale queentró de noche a la casa de la víctima pero se confundió de habitación. Terminó huyendo como sus colegascuando el hijo mayor empezó a gritar.

Los meses pasaron y la familia se mudó a la casa de la calle Gallo. Carmen, la mucama Catalina GonzálezScarello y los italianos planearon el tercer intento de asesinato. Los tres ingresaron a lacasa la noche del domingo 19 de julio de 1914.

Organizaron el ataque pero Viterale se fue porque Livingston lo conocía por ser el proveedor del pescado.Carmen y Catalina se quedaron en el dormitorio, mientras que Lauro y Salvatto esperaron a Livingston.

Un esposo violento y 36 puñaladas

Mirá el video

La investigación

Desde la primera nota publicada en los diarios de la época todo indicaba que al hombre lo esperaban en elvestíbulo de su hogar. Quienes lo atacaron sabían cómo moverse allí dentro y el horario de su regreso.Livingston visitaba seguido el Hipódromo y ese día había estado ahí. Después de almorzar en su casa, le avisóa Carmen que esa noche no lo esperara porque si ganaba el caballo "Irigoyen", propiedad de un pariente,volvería tarde.

Luego de matarlo, los italianos salieron con las llaves de la casa. Pero para simular un robo sellevaron la billetera de la víctima. Apenas se fueron, comenzaron los gritos. "Estoy encerrada",decía la esposa de la víctima. Apareció el portero para ver qué pasaba. Forzó una ventana para entrar a lacasa y destrabó una puerta. Más tarde llegarían la Policía y los funcionarios judiciales.

La lógica indicaba que Livingston había sido obligado a entrar a su casa para robarle. ¿Pero tanta saña parallevarse solo una billetera? Al comisario Samuel Carlos Ruffet, a cargo de la investigación, lo que habíapasado no le cerraba. Recorrió la escena del crimen varias veces en busca de respuestas. Allí encontró laclave que develaría qué pasó: las armas homicidas tenían mucho olor a pescado y escamaspegadas.

Fotos del caso

El comisario Samuel Ruffetdescubrió quiénes eran los asesinos.​

Fotos del caso

Cuchillo de 33 centímetrosencontrado debajo del cuerpo de la víctima (arriba). El arma de 75 centímetros hallada junto al cadáver(debajo) . Una de las armas homicidas​ (derecha)

Entonces buscó al pescadero de la casa de la calle Gallo 1680. Viterale fue detenido y confesó. De estamanera, sus compañeros terminaron presos también. Corrieron la misma suerte Carmen y Catalina, que admitieronser las autoras del plan criminal.

Las mujeres y Viterale fueron condenados a prisión por tiempo indeterminado. Sin embargo, la viuda fueliberada al poco tiempo por el atenuante de haber sufrido violencia de género y actuar endefensa propia. Nunca se arrepentió del crimen.

Mientras que Lauro y Salvatto fueron fusilados en la Penitenciaría Nacional –actual parqueLas Heras– el 22 de junio de 1916. Desde 1900 no había una ejecución en esa cárcel. Pese a que el abogadoCésar Viale pidió un indulto por parte del pesidente Victorino de la Plaza, no lo logró. Y 100 personas vieroncómo les disparaban. Setenta años después, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, la pena de muerte fueabolida para delitos comunes en Argentina.

El que salió beneficiado con este caso fue Ruffet. "Llegó a ser director de la Revista de la Policía en los'30, ya estando retirado. En julio de 1914 hay una nota donde se habla del caso y defiende a Ruffet. Se ve unarelación complicada entre la Policía y la sociedad que demandaba encontrar a los culpables y mano dura",cuenta Galeano. Esclarecer el crimen le dio un ascenso a comisario y fue condecorado por la investigación.Para él, la historia terminó con final feliz.

Cómo lo vio la prensa

Caso Livingston en la PrensaCaso Livingston en la PrensaCaso Livingston en la PrensaCaso Livingston en la PrensaCaso Livingston en la PrensaCaso Livingston en la PrensaCaso Livingston en la Prensa

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Créditos

TEXTOS / Mara Resio

EDITOR / Mariano Gaik Aldrovandi

DESARROLLO / Ariel Katena

INFOGRAFÍA / Laura Tedesco

EDITOR DE CONTENIDOS ORIGINALES / Héctor Gambini, Diana Baccaro

Piedras 1743. C.A.B.A, ARGENTINA

Editor Responsable: Ricardo Kirschbaum

Registro Propiedad Intelectual: 4347221. Propietario Arte GráficoEditorial Argentino S.A. © 1996-2023 Clarín.com - Clarín Digital - Todoslos derechos reservados.

LA ESCENA HOY

Una fachada parisina de esas que cada vez se ven menos en Buenos Aires. Techos muy altos. Un vestíbulo que conectaba con un pasillo que iba hacía el patio. Dos habitaciones, un baño, la cocina, la sala y el comedor terminaban por completar la planta baja de la casa de Gallo 1680, en Recoleta. Lo que pasaba dentro era un secreto. Pero la violencia que se ocultaba detrás de la puerta negra de hierro explotó pasada la medianoche del 20 de julio de 1914. Un pacto criminal entre dos mujeres, con ayuda de inmigrantes italianos, se había puesto en marcha. 

Sangre en las paredes y en el piso del vestíbulo. Una percha caída y una maceta fueron testigos de lo que sucedió esa madrugada. Tirado sobre el piso yacía Frank Carlos Livingston. Con la mano derecha sobre el abdomen, como si intentara tapar una herida, y la cabeza caída para el lado izquierdo. De sobretodo y pantalón negro. La pelea que dio no lo salvó. Lo habían matado. Y así, la historia sobre el crimen de la calle Gallo comenzaba.

El homicidio estaba "rodeado de circunstancias misteriosas". La única certeza es que el subcontador del Banco Hipotecario Nacional fue atacado de 36 puñaladas. La herida más grave le cortó la carótida y provocó su muerte. Debajo del cuerpo de la víctima había un cuchillo de 33 centímetros. Además, junto al cadáver, había otra arma blanca de 75 centímetros.

fotos: Vestíbulo de la casa donde ocurrió el crimen + Sangre de la víctima en el hall de su casa + Durante la lucha entre Livingston y sus asesinos se cayó la percha del vestíbulo

109 años separan dos imágenes de esa dirección de Recoleta que nada tienen que ver. Ahora hay un edificio de 10 pisos (los últimos dos son un dúplex). La puerta de ingreso es de vidrio y allí reza un cartelito: "Por su seguridad verifique que la puerta quede bien cerrada". Una cámara de seguridad controla quién ingresa y detrás de ella una planta de interior y un escritorio completan el lobby. A su derecha, un garaje con portón blanco.

Las plantas abundan en los primeros cuatro balcones, en el resto casi no existen. Las personas que caminan por la vereda usan camperas de distintos colores, jeans y gorros de lana. En el siglo pasado, el día del crimen en esa puerta solo habían hombres con tapados, pantalones y sombreros. Todos de negro.

Las personas que viven en el edificio nunca escucharon hablar sobre el crimen que ocurrió en ese mismo terreno. "Ocho amigos compraron la casa que había antes. La tiraron abajo para hacer este edificio. Yo hace 17 años que vivo acá", dice Roberto Saravia (84) mientras sonríe y está a punto de abrir la puerta de entrada.

foto antes y después de la fachada de gallo 1680 

A la izquierda del edificio hay otro igual que cuenta con una peluquería en la planta baja. Tampoco saben lo que le ocurrió hace más de 100 años al hombre que vivía al lado. En ese entonces, había un edificio de pocos pisos parecido al de los Livingston.

Pese a que las construcciones se modernizaron, en la cuadra, de la mano de enfrente aun quedan edificios con estilo antiguo. Se entremezclan con locales de venta de cremas, bares y farmacias. La zona es altamente transitada. El bullicio de los colectivos, los autos y quienes caminan rompen cualquier tipo de tranquilidad.

MAPA: Los lugares claves de un crimen impensado

LA HISTORIA

Hacía 22 años que Frank y Carmen estaban juntos. Él tenía 45 años y ella 40. Ya tenían siete hijos y el más chico tenía apenas unos meses. No era un matrimonio feliz. Él estaba ausente en su hogar y el tiempo libre lo pasaba con sus amantes.

Pero no solo fallaba como marido y padre en lo sentimental sino también en lo económico. Tenía un buen sueldo y una fortuna de su familia estadounidense, pero apenas pagaba algunos gastos de la casa. Esto llevaba a Carmen a endeudarse y pedir fiado para darles de comer a sus hijos.

fotos: Carmen Guillot, la autora intelectual del homicidio a su marido + Frank Carlos Livingston, la victima del crimen de la calle Gallo

La mujer soportaba no solo violencia económica, sino física. Livingston le pegaba a Carmen porque debía plata. Por eso, ella no quería salir a la calle, para que no le vean las marcas que le dejaba en todo el cuerpo. 

Lo que hacía el contador con el dinero era gastarlo en carreras de caballos, fiestas con sus amigos de la alta sociedad y comidas con sus amantes. Era normal que después de volver del trabajo y cenar, saliera y no regresara a dormir a su casa.

Carmen no encontraba una salida para la situación que soportaba. El divorcio no existía entonces. Solo la muerte los podía separar. Pensó en envenenarlo pero lo descartó porque le harían una autopsia. Hasta que se dio cuenta que la única alternativa era contratar a un sicario.

Vio una oportunidad cuando el pescadero calabrés Salvatore Viterale (22) le pidió a Carmen que le pagara una deuda de $ 200, antes de que se diera cuenta su socio Raffaelle Próstamo. Carmen le prometió que ella se la pagaría y le ofreció $ 2.000 a cambio de matar a su esposo. 

fotos: Salvatore viterale fue a quien Carmen Guillot le pidió que mate a su esposo + Juan Lauro fue uno de los asesinos y fue fusilado

Viterale nunca había matado a nadie, pero lo pensó porque necesitaba la plata para salir de la pobreza. Aunque no se animó a hacerlo solo. Le propuso la idea a sus compatriotas y colegas, Juan Lauro (24) y Francesco Salvatto (27). Ellos también vivían en la indigencia y trabajaban en El Mercado, en Recoleta.

"Lo atractivo de la historia es que la mujer golpeada manda a matar a su marido y contrata a inmigrantes. Se ve la lucha de clases. El millonario termina asesinado por inmigrantes pobres", dice a Clarín Diego Zigiotto, escritor y agente de viajes. Organiza tours de “Buenos Aires Misteriosa” donde cuentan crímenes y leyendas urbanas.

foto antes y después de El Mercado

¿Pero cómo era Buenos Aires en 1914? "La economía afectaba a los migrantes y no migrantes. Era una sociedad con expectativas de retorno al país de origen con dinero o de traer a sus familias", dice a este diario Diego Galeano, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, especializado en historia social del delito.  

Ese contexto explica, para el sociólogo e historiador, la decisión de los italianos de matar a Livingston: "Los asesinos actuaron racionalmente porque recibían dinero y había emoción porque tenían la esperanza depositada en la migración. Seguramente hicieron un esfuerzo grande para venir a Argentina y se encontraron con pobreza acá".

En un capítulo de uno de sus libros de la misma temática, Zigiotto cuenta la historia. Para él, fue algo "rarísimo que la mujer se revelara contra el marido y decida asesinarlo, incluso convenciendo a la mucama". En contraposición, Galeano cree que "no fue excepcional que la mujer mató a un hombre sino que haya ocurrido en esa clase social".

foto antes y después: Amenábar y Manuela Pedraza, donde atacaron por primera vez a Livingston

La esquina de Amenábar y Manuela Pedraza fue la elegida para la primera emboscada. Los jóvenes atacaron a Livingston, pero logró defenderse y hacerlos huir. El segundo intento fue el de Viterale que entró de noche a la casa de la víctima pero se confundió de habitación. Terminó huyendo como sus colegas cuando el hijo mayor empezó a gritar.

Los meses pasaron y la familia se mudó a la casa de la calle Gallo. Carmen, la mucama Catalina González Scarello y los italianos planearon el tercer intento de asesinato. Los tres ingresaron a la casa la noche del domingo 19 de julio de 1914.

foto: La criada Catalina llegando al juzgado de instrucción en calidad de detenida

Organizaron el ataque pero Viterale se fue porque Livingston lo conocía por ser el proveedor del pescado. Carmen y Catalina se quedaron en el dormitorio, mientras que Lauro y Salvatto esperaron a Livingston.

VIDEO IG: Un esposo violento y 36 puñaladas

LA INVESTIGACIÓN

Desde la primera nota publicada en los diarios de la época todo indicaba que al hombre lo esperaban en el vestíbulo de su hogar. Quienes lo atacaron sabían cómo moverse allí dentro y el horario de su regreso. Livingston visitaba seguido el Hipódromo y ese día había estado ahí. Después de almorzar en su casa, le avisó a Carmen que esa noche no lo esperara porque si ganaba el caballo "Irigoyen", propiedad de un pariente, volvería tarde.

Luego de matarlo, los italianos salieron con las llaves de la casa. Pero para simular un robo se llevaron la billetera de la víctima. Apenas se fueron, comenzaron los gritos. "Estoy encerrada", decía la esposa de la víctima. Apareció el portero para ver qué pasaba. Forzó una ventana para entrar a la casa y destrabó una puerta. Más tarde llegarían la Policía y los funcionarios judiciales.

La lógica indicaba que Livingston había sido obligado a entrar a su casa para robarle. ¿Pero tanta saña para llevarse solo una billetera? Al comisario Samuel Carlos Ruffet, a cargo de la investigación, lo que había pasado no le cerraba. Recorrió la escena del crimen varias veces en busca de respuestas. Allí encontró la clave que develaría qué pasó: las armas homicidas tenían mucho olor a pescado y escamas pegadas.

foto: El comisario Samuel Ruffet descubrió quiénes eran los asesinos.​

fotos: El arma de 75 centímetros hallada junto al cadáver + Cuchillo de 33 centímetros encontrado debajo del cuerpo de la víctima + Una de las armas homicidas​

Entonces buscó al pescadero de la casa de la calle Gallo 1680. Viterale fue detenido y confesó. De esta manera, sus compañeros terminaron presos también. Corrieron la misma suerte Carmen y Catalina, que admitieron ser las autoras del plan criminal. 

Las mujeres y Viterale fueron condenados a prisión por tiempo indeterminado. Sin embargo, la viuda fue liberada al poco tiempo por el atenuante de haber sufrido violencia de género y actuar en defensa propia. Nunca se arrepintió del crimen. 

Mientras que Lauro y Salvatto fueron fusilados en la Penitenciaría Nacional –actual parque Las Heras– el 22 de junio de 1916. Desde 1900 no había una ejecución en esa cárcel. Pese a que el abogado César Viale pidió un indulto por parte del presidente Victorino de la Plaza, no lo logró. Y 100 personas vieron cómo les disparaban. Setenta años después, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, la pena de muerte fue abolida para delitos comunes en Argentina.

foto antes y después: actual parque Las Heras, ex Penitenciaría Nacional donde fusilaron a los autores materiales del crimen de Livingston

El que salió beneficiado con este caso fue Ruffet. "Llegó a ser director de la Revista de la Policía en los '30, ya estando retirado. En julio de 1914 hay una nota donde se habla del caso y defiende a Ruffet. Se ve una relación complicada entre la Policía y la sociedad que demandaba encontrar a los culpables y mano dura", cuenta Galeano. Esclarecer el crimen le dio un ascenso a comisario y fue condecorado por la investigación. Para él, la historia terminó con final feliz.

CÓMO LO VIO LA PRENSA