Cuál es el colmo de un ministro de Economía de la Argentina: tener plata pero no saber dónde guardarla

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Cuando el general Francisco Franco comenzó su régimen (España, 1936), un colaborador suyo se acercó tembloroso llevando en la punta de su lengua una primera y mala noticia que frustraría al dictador:

no había reservas en el Banco Central, “salvo un puñado de pesetas y oro”.

“Hombre, suficiente para un plan de obras públicas maravilloso”, respondió el Generalísimo.

Audacia política mata responsabilidad fiscal, algo que los economistas en la función pública suelen subestimar y son puestos a prueba más de lo que se cree. Comentario aparte: ¿en los cursos de Economía los estudiantes son desafiados a enfrentar situaciones de ese tipo: “Joven estudiante, si un político le dice gaste de más, usted siempre diga 'no'”.

Días atrás el ex ministro de Economía de la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri, Alfonso Prat-Gay, contó un episodio que le tocó vivir estando en el cargo. Presintió el olfato certero y desesperado de la política por la plata.

“Cuando hicimos la primera emisión de deuda en abril de 2016 después de mucho tiempo en el que el país no salía al mercado internacional, lo hicimos para resolver el juicio de los holdouts en Nueva York —recordó el ex ministro—; nosotros aspirábamos a obtener US$15.000 millones y el libro de propuestas llegaba a casi US$78.000 millones. Cuando nos sentamos a analizar dónde podíamos cortar la tasa y conscientes de que nos podríamos haber llevado 78.000 millones, tuvimos una charla bastante avanzada con la idea de eventualmente tomar todo lo que nos estaban dando. Tomar todo ese dinero que nos ofrecían no implicaba un aumento significativo en la tasa de interés y sí cerrar el programa fiscal para toda la presidencia. Podríamos haber dicho a inicios de 2016 ‘este programa está financiado’”.

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Prat-Gay, meses antes, había presentado un sendero a la baja del déficit fiscal que iba de 7,2% del PBI heredado de 2015, a uno de 0,3% proyectado para 2019. El rojo total acumulado entre 2016 y 2019 daba unos 12 puntos del PBI, “menos que los US$78.000 millones que nos prestaban”.

“El mercado creyó en ese gradualismo y estaba dispuesto a financiar esos cuatro años —recordó Prat-Gay—, cuestión que tuvimos una reunión con Mauricio Macri y el tema de conversación era qué hacíamos con esos dólares y lo que todo ello significaba para los gobernadores y un Congreso donde teníamos minorías. ¿Cómo se pide austeridad fiscal a un político, gobernador, intendente, con casi US$100.000 millones en el Banco Central? Nos contaban las costillas en cada momento y nos iban a venir a pedir la plata”.

El episodio que le tocó vivir y contó Prat-Gay delante de otros dos ex ministros de Economía (la confesión del exministro de Macri tuvo lugar en su ponencia en el Ciclo “Democracia y Desarrollo” de Clarín que organizó en el Malba dos semanas atrás y en cuyo panel estuvieron además Domingo Cavallo y Jorge Remes Lenicov) invita a reflexionar sobre los límites de los técnicos y de sus ideas para conducir la política económica en la Argentina, donde las demandas son constantes y suelen ser, además, conflictivas.

Contó también en su momento el economista Andrés Velasco, quien fuera ministro de Hacienda de Chile cuando cayó Lehman Brothers, que había sido el miembro del Gabinete menos querido por sus pares y compatriotas. ¿Por qué? Porque había creado un fondo anticíclico con los ingresos extraordinarios que reportaba la exportación de cobre, cuya cotización había volado en los mercados. En lugar de gastarlos, todos los meses los guardaba para utilizarlos en un contexto de vacas flacas. Es decir, hizo política anticíclica, algo muy impopular en América Latina.

Pero un día cayó Lehman Brothers, la economía mundial se desplomó como nunca antes desde la Gran Depresión y llegaron las vacas flacas. Chile pudo, con ese fondo, amortiguar una parte del impacto contractivo del shock externo. Consecuentemente, Velasco se convirtió en uno de los ministros más valorados del Gabinete del gobierno que lideraba Michelle Bachelet. En la Argentina en ese momento la presidenta era Cristina Kirchner y recurrió a los fondos de la ANSeS en lugar de los ahorros. Atrás había quedado la iniciativa, ya lejos en el tiempo porque había sido de septiembre de 2005, del exministro de Economía Roberto Lavagna durante el gobierno de Néstor Kirchner, de establecer un fondo anticíclico cuando había superávit fiscal.

Poco se recuerda que en 2004 Lavagna había acopiado un ahorro ‘anticíclico’ aunque sin los anuncios formales como pretendió ya establecer para 2005, con el objetivo de institucionalizar una idea que se circunscribe al espíritu de las buenas prácticas internacionales de las finanzas públicas. Lavagna propuso formalmente guardar los excedentes en una cuenta indisponible (fondos soberanos). ¿Cómo hace, actúa o debe actuar un ministro en ese caso? “Lo anuncié sin hablarlo con el Presidente —contó una vez—, era la prueba de fuego para seguir o no en el puesto”. Al poco tiempo Néstor Kirchner le pidió la renuncia. Como Franco, Kirchner sabía que poca o mucha: “esa plata se gasta”. Prat-Gay también lo sabía.