Las razones de Mauricio Macri no son nada pasionales

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"Podemos perder la ciudad. Los puntos que tenés pueden ser decisivos, no podés ser candidato". Con este argumento se encargó Mauricio Macri de bajarlo a Roberto García Moritán como candidato

a jefe de gobierno de la CABA. Lo llamó por teléfono desde afuera del país y lo convenció de su preocupación.

El empresario ha pasado las pruebas y ha disipado el reproche de que era una emanación de la fama de la unánime Pampita, la estrella más completa que haya surcado el modelaje patrio. Respondió con rapidez profesional con el anuncio de que resignaba la postulación. ¿Cuánto medía en las encuestas? Un promedio de 1,5% de intención de votos.

Se llevó la promesa de un espacio, si Jorge Macri gana las elecciones porteñas, un ministerio o algo equivalente. Después de todo, primero bajó a Ricardo López Murphy de la competencia. Ahora Moritán, terrible Terminator de distrito gourmet, puede terminar con Martín Lousteau.

¿Hacía falta para blindarlo a Jorge? Macri ha creído que sí. "Hasta el pelo más delgado hace su sombra en el suelo" (Martín Fierro) y asegurar esa elección es la condición de su sobrevida política como cacique del PRO.

El mismo propósito explica la rabieta con María Eugenia Vidal. ¿Para qué atizarla en público si, como dice Patricia de ella y de Manes son apenas dos votos? Honrar honra, decía José Martí. Pero agraviar agravia.

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Quien dispara recibe también algo de metralla. El castigador termina castigado porque acomoda su talla a la de la víctima. Alguna preocupación muestran estos gestos, más cuando el bullrichismo se ufana de que ganará fácilmente la PASO ante el larretismo. El jueves Macri recibió a un encuestador que le expuso números mejores para Larreta. Hay otros que dicen otra cosa, le respondió, incrédulo, Mauricio.

Teléfonos calientes

También se encargó Macri en persona y en otro telefonazo europeo, de llamarlo al orden a Rodrigo de Loredo por pronunciase en favor de Rodríguez Larreta. El diputado y jefe del bloque Evolución recibió una descarga verbal inusual. No es oportuno reproducir los términos, porque seguramente lo desmentirían.

Le cabe al quejoso la misma observación sobre los ataques desmesurados contra la desvalida Vidal, rebotan y lo desmerecen.

Hubo otros retos históricos comparables, como el que le propinó Cristina de Kirchner a Julio Cobos después del voto no positivo de la 125 en el Senado. Le dio para que tuviera y guardase. Se entiende porque ella, y particularmente Néstor, creyeron en aquel momento que se había terminado su gobierno. Ella amagó con renunciar y volverse a casa.

En este caso el extremo lo ilustra la exaltación que hizo Macri de la lealtad de Luis Juez, que hace ejercicios para mantener el equilibrio entre Patricia y Horacio, pero cuya derrota en Córdoba cumplió uno de los objetivos de Macri (y de Schiaretti).

Si pierde, pierde todo

Macri, dirigente del PRO que llegó a lo más alto, enfrenta este año la concurrencia de dos adversarios fieros que coinciden en un mismo objetivo. El peronismo y el radicalismo tienen el mismo propósito superior, más darwiniano que ideológico: desbancar al PRO de la ciudad de Buenos Aires, el único distrito donde gobierna.

El peronismo enfrenta desde 2015 una fuerza que le ha ganado casi todas las elecciones, salvo la presidencial de 2019. Mientras exista el santuario CABA, tiene un destino complicado.

El radicalismo se nutre de la estrategia que diseñó Enrique Nosiglia después de la experiencia de 2000, cuando le entregó la ciudad a Aníbal Ibarra. Gobernaba la Alianza con el FrePaSo. Esa cesión desplazó al radicalismo del poder en la ciudad hasta 2017, cuando hizo la alianza Cambiemos en la ciudad – que no existía allí en 2015, como sí en el resto del país.

Fue un error estratégico descomunal que ahora intenta revertir con la candidatura de Martín Lousteau. Macri lo sabe, como Larreta. La diferencia es que Macri ya fue presidente, en sociedad con los radicales, y es difícil que vuelva a serlo.

Larreta quiere ser presidente, con el presidente de la UCR nacional de vice, y aun a costa de entregarle la ciudad al radicalismo. Eso significaría la muerte del PRO en el distrito. ¿Para qué querría Larreta al PRO en el poder porteño si él no es presidente? Se entiende el pánico de Macri a una derrota. Y los movimientos que emprende, que tienen que ver más con esa racionalidad que con pasiones incontenibles como creen propios y extraños.

Debería haber coaching para no hablar

El resultado del 13 a la noche dirá si la intervención de Macri contra María Eugenia Vidal y en favor de Patricia Bullrich fue un acierto táctico o un error. Es demostrable que la revelación, previa a las elecciones a gobernador de Córdoba, de un pergeño de acuerdo entre Juan Schiaretti y la fórmula Larreta-Morales, pudo perjudicar la chance de la oposición y facilitar el triunfo del peronismo. Hay coaching para que los candidatos aprendan a hablar. No lo hay para entrenarlos en callarse la boca.

Los seguidores de Patricia festejaron la descalificación que hizo Macri. El larretismo lo consideró un error del adversario en el peor momento, como una muestra de debilidad. Los bullrichistas ponderaron que Macri sostiene la necesidad de que se cumplan las promesas, como la que le hizo Vidal de ser neutral.

Más padrino que nunca, Mauricio lamentó que hubiera herido a Patricia y a Cristian Ritondo, que hasta último momento presionó a María Eugenia para que no se pronunciase.

Vidal le respondió con un argumento letal, que llevó a Acasusso: si Patricia es presidente y gobierna como promete, no quiero lamentarme, tarde, de no haber hecho nada para impedirlo. Los larretistas creen que es un error serio de Macri: atacó a la figura de Vidal, que ocupa los rangos más altos en las encuestas de imagen, las mismas que lo ponen a Macri al fondo de la tabla.

Que Vidal vuelva a la caja de Barbie

Coincidieron los dos sectores en encapsular el gesto como una reacción emocional de Mauricio, una reivindicación de la necesidad de hacer en privado lo que se dice en público.

Los larretistas lo ven como una reacción del expresidente ante la actitud parricida de Larreta, que busca desplazarlo. Una conducta digna de diván por parte de quien pierde el liderazgo. Es una explicación que cunde porque es una trama porteña, bien tanguera y freudiana, propia del distrito con más psicólogos per cápita del mundo. Como a todo gesto político hay que buscarle la racionalidad y el de Macri la tiene.

Es inevitable acá una referencia erudita, porque la realidad imita al arte. Macri reacciona como el CEO de Mattel cuando Barbie reclama su transición de muñeca a mujer. Quiere que Vidal vuelva al encierro de la caja transparente. Cuando viajan con Ken de Barbieland a Los Ángeles, los saluda un amigo: "Buena suerte en la realidad".

De paso, este filme Barbie es una fábula fantástica, por lo mágica, sobre un negocio descomunal. Une las dos puntas del capitalismo voraz. Es feminista bien y tiene algunas perlas. El feminismo bueno de Barbie desaloja al machismo de Ken, que había hecho un golpe de Estado... defendiendo la Constitución. Y ellas lo hacen de arrebato, a lo Menem: duermen a los varones que no van a la sesión y hacen fracasar el quórum para la reforma de los malos.

Como para que Sabsay, Dalla Vía, Gargarella, Gil Domínguez, Loñ, Barcesat, Rosenkrantz y la “Tuta” Hernández concelebren un homenaje en las escalinatas de la facultad de Derecho. Impecable y con final feliz. Vale la pena verla.

La Corte debe decidir (o no) el entuerto del domicilio

Nadie cree por ahora que la Suprema Corte de Justicia meta mano en la causa que impugna la candidatura de Jorge por flojedades de domicilio. El argumento del domicilio parece una institución perimida en los tiempos de la globalización, donde cualquier ciudadano puede conocer - mejor que un nativo - una ciudad o un distrito que nunca pisó.

En los reclamos que han llegado a la última instancia judicial no parecen advertirse razones para invocar la “arbitrariedad” de los tribunales inferiores que han rechazado las quejas.

Además, pronunciarse contra el candidato, implicaría una suspensión de las PASO en CABA del domingo que viene. Una demolición de la arquitectura en la última etapa del programa electoral, con un costo político altísimo para la Corte, a la que no le entra un quilombo más, al decir del estadista Massa. Habría que reabrir la grilla de candidatos, imprimir nuevas boletas, etc.

Mauricio, rígido para sobrevivir

Macri abandonó la neutralidad de un líder para tomar partido por uno de los competidores, hiriendo la unidad de la coalición. La quiebra que impuso en el PRO se transmitió al resto de la coalición. Claro que, si agita banderas partisanas, aglutina a quienes se referencian en su jefatura. Pero paga el costo del rechazo de quienes no confían en que pueda tener futuro político.

Esa división le asegura una sobrevida, aunque sea reducida a un núcleo pequeño, pero que le permitirá mantener gravitación y presencia en ligas internacionales. Vaya como le vaya, siempre tendrá una formación política que le responda, aunque represente una minoría.

Macri ha dedicado su pos-presidencia a construirse un nombre en esas ligas internacionales. No solo la FIFA sino cenáculos en los que tolera que se canten consignas exóticas y foráneas, alejadas de nuestro estilo de vida como “Comunismo o libertad” (lema de las Ayusos y Cayetanas del PP español). Sacrifica poder general sobre el conjunto para tener poder sobre una parcialidad.

Cristina, elástica para sobrevivir

Ante la misma circunstancia, Cristina de Kirchner habla menos y cede más, achicada en una baldosa mínima de poder, condenada y sin poder ni para abrir una sesión del Senado. Quiere también conservar el poder sobre una parcialidad, pero apuesta a que el conjunto no se divida.

Llega a consentir que compitan Massa con Juan Grabois, que significan lo contrario en cuanto a proyecto, ideología, antecedentes, metodologías. Uno expresa una suerte de neoliberalismo populista, si cabe el oxímoron, y el otro el proyecto que enuncia en su campaña, de una "Argentina humanista" - una versión del “desarrollo humano integral” que proclama el papa Francisco, alejado de la izquierda peronista y no peronista.

Se permite decir que no es peronista y que Cristina no entiende la economía popular: eso que, afirma Amado Boudou, no tiene nada que ver ni con el peronismo ni el kirchnerismo.

Cristina se resigna, con tal de prolongar el poder del peronismo, a un posibilismo elástico, que abre la puerta del peronismo a dos dirigentes que disputan el poder del partido sin ser, ninguno de los dos, peronistas en sentido estricto. Ni edad tienen para serlo. No tienen la formación estándar del peronista promedio, que aprendió a conocer a Perón por los documentales de Pino Solanas.

Sergio nació en 1972, hijo de inmigrantes de Sicilia que llegaron al país hacia 1950. Lo más peronista que tiene Massa es el Pato Galmarini, el suegro. Lo más peronista que tiene Grabois – que dice haber nacido a la política haciéndole piquetes a Alicia Kirchner -, es su padre, el legendario "Pajarito". Ese sí que hablaba con Perón y puede haberle transmitido algún patrón genético. Ni Massa ni Grabois deben saberse de memoria la tercera estrofa de la Marcha. Pocos pueden hoy pasar el examen de linaje de entonarla sin copias y sin dictar.

Biografías como éstas avalan el dictamen del presidente Ramón Puerta: “Peronista es todo el que se dice peronista”. Ya sé, me dirán cuán radical es Lousteau. Debe rendir las pruebas pertinentes, como demostrar si sabe quiénes son Julián Sancerni Jiménez, Francisco Rabanal – y cuantos Rabanal hay -, Raúl Zarriello o Leandro Vivo, por qué a José Canata le dicen “Chiche” y a Guillermo Tello Rosas lo llaman “El Negro”. Preside el tribunal Diego Barovero, ¿quién si no?

Los últimos cartuchos

Este domingo la fiscalía descansa. No hay elecciones. La semana final puede jugar los destinos. Massa confía en ser el candidato que figure con más votos en la grilla del 13 a la noche. Larreta y Bullrich fatigarán los padrones en donde pueden hacer la diferencia.

Larreta se cree ganador en Buenos Aires y tiene el favor de gobernadores en función y electos. Prepara para las próximas horas una foto con ellos en Córdoba, el segundo distrito en cantidad de votos y en donde lo desafía Bullrich con más tantos.

Larreta ensayó ese retablo de unidad en la noche del sábado con una foto magnificada con aliados en la Capital e invitados del interior, en la cena anual del sindicato de los gastronómicos de Dante Camaño. Este dirigente va quinto en la lista porteña de candidatos a diputados que encabeza Maxi Ferraro y rodea al jefe de gobierno para lo que presume de ser la cena más grande del mundo, 30 mil afiliados al gremio en la Rural.

Patricia tiene confianza en hacer buenas elecciones en Mendoza, pero tiene que pelearla en Santa Fe, Buenos Aires y CABA. Jorge aparece con 2-4% por encima de Lousteau, que sueña con el apoyo de un peronismo ilusionado con tumbar al apellido Macri, como casi ocurrió en el ballotage con Larreta.

Pero eso de que una cantidad de votantes vaya en masa a votar a un partido ajeno para arruinarle va vida a otro es una ilusión de gabinete nunca cumplida, como la que sueña con que un corte de boleta sea tan masivo como dar vuelta una elección.

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