Un pueblo abandonado en el desierto a una hora de Dubai ofrece una mirada del duro pasado de los Emiratos

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Enclavado entre dunas, a una hora de auto de los rascacielos de Dubai, un pueblo abandonado en el desierto en los años 90 se erige como una inquietante reliquia de la rápida

urbanización de los Emiratos Árabes Unidos.

Construido en la década de 1970 para albergar a beduinos seminómadas, el pueblo de al-Ghuraifa fue abandonado dos décadas después, cuando la riqueza petrolera transformó el país en un centro mundial de comercio y turismo, sede de las futuristas ciudades de Dubai y Abu Dabi.

En los últimos años, el pueblo fantasma cercano a la ciudad de al-Madam, en el emirato de Sharjah, se ha convertido en una especie de atracción turística que permite escapar de la jungla de hormigón de las ciudades costeras y tener una visión del duro pasado de los Emiratos.

El pueblo, formado por dos hileras de casas y una mezquita, "puede enseñarnos mucho sobre la historia moderna de los EAU", dijo Ahmad Sukkar, profesor adjunto de la Universidad de Sharjah que forma parte de un equipo que investiga el lugar.

El pueblo fantasma cercano a la ciudad de al-Madam, en el emirato de Sharjah, se ha convertido en una especie de atracción turística. Foto AP
El pueblo fantasma cercano a la ciudad de al-Madam, en el emirato de Sharjah, se ha convertido en una especie de atracción turística. Foto AP

Se construyó como parte de un proyecto de viviendas públicas tras la formación en 1971 de los Emiratos Árabes Unidos, una federación de siete reinos gobernados por jeques. El descubrimiento de petróleo trece años antes empezaba a transformar el país.

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El pueblo albergaba a unos cien miembros de la tribu al-Ketbi, según Sukkar. Eran una de las diversas tribus beduinas que hasta entonces habían llevado una existencia seminómada, criando animales, viajando por los oasis del desierto y visitando Dubai y Abu Dahbi cuando eran pequeñas ciudades portuarias dependientes de la pesca y el buceo de perlas.

Las modernas casas de cemento, construidas para facilitar la transición a la vida sedentaria, presentaban rasgos locales. Las paredes interiores eran de colores vivos y algunas estaban adornadas con mosaicos.

Las casas también tenían espacios donde los ancianos de la aldea podían celebrar consejos locales, conocidos como "majalis" en árabe. Una de las casas tenía un empapelado con un exuberante paisaje verde, que contrastaba con el monótono paisaje de arena del exterior.

Las casas también tenían espacios donde los ancianos de la aldea podían celebrar consejos locales. Foto AP
Las casas también tenían espacios donde los ancianos de la aldea podían celebrar consejos locales. Foto AP

No está claro qué provocó exactamente el éxodo tan sólo dos décadas después de la construcción de las casas.

Según la tradición local, los residentes fueron expulsados por espíritus malignos, pero Sukkar sostiene que es más probable que se marcharan en busca de una vida mejor en las ciudades de rápido crecimiento de los EAU.

El pueblo tenía acceso limitado a la electricidad y el agua y era azotado por tormentas de arena. Las familias también tenían que hacer frente a un largo viaje a través del desierto para llegar a los puestos de trabajo y las escuelas de Dubái.

Hoy, el desierto se está apoderando poco a poco del pueblo. La arena se ha colado en las casas y, en algunas habitaciones, oculta las paredes y casi llega al techo. Sólo la mezquita permanece como estaba, gracias al barrido regular de los trabajadores de mantenimiento de la cercana al-Madam.

Algunos descendientes de los beduinos que antaño surcaban las arenas del desierto montados en camellos aún viven en las zonas rurales de los Emiratos, aunque muchos ahora se han mudado a ciudades con relucientes rascacielos, enormes centros comerciales con aire acondicionado y una extensa red de modernas autopistas.

Expatriados de todos los rincones del mundo conforman la inmensa mayoría de la población de los EAU, y algunos se han interesado por su pasado más humilde.

"Me pregunto por qué se fueron", dice Nitin Panchal, expatriado indio que visita el lugar. Foto AP
"Me pregunto por qué se fueron", dice Nitin Panchal, expatriado indio que visita el lugar. Foto AP

Hace poco se pudo ver a guías turísticos conduciendo a grupos de visitantes por el pueblo abandonado. También éste ha sido escenario de videos musicales y publicaciones en las redes sociales con modelos extranjeras, autos de lujo y las muestras de opulencia por las que Dubái es ahora más conocida.

"Me pregunto por qué se fueron", dice Nitin Panchal, expatriado indio que visita el lugar. "¿Será un genio, será magia negra? Nunca lo sabremos".

El municipio hace poco instaló una valla perimetral con una puerta de seguridad, contenedores de basura y un estacionamiento. Antiguos visitantes habían dejado pintadas, raspado la decoración de las paredes y trepado a los frágiles tejados para sacarse fotos.

Las nuevas medidas han eliminado parte del misterio del lugar y aumentado la posibilidad de que se convierta en una atracción turística más en un país lleno de ellas.

Danny Booth, expatriado de la Isla de Man, una Dependencia de la Corona Británica en el Mar de Irlanda, dijo que había decidido "venir a echar un vistazo antes de que las cosas empiecen a cambiar aquí".

"A veces es mejor no modificar estos lugares porque pierden su encanto cuando se llenan de gente", señaló.

Agencia AP

Traducción: Elisa Carnelli

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