El periodista que sustituyó como candidato a su amigo asesinado

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La última vez que Christian Zurita vio al candidato presidencial Fernando Villavicencio con vida se sentía “feliz” en medio de sus seguidores en Quito. Luego escuchó las balas, se tiró al

suelo y vio mucha sangre. Su mejor amigo había sido asesinado.

Compartieron ocho años de complicidad e investigaciones periodísticas. Zurita fue el escudero fiel de Villavicencio. Juntos expusieron los peores entramados de corrupción y resistieron embates judiciales y amenazas de políticos y criminales enojados por su trabajo.

Luego del magnicidio perpetrado por un sicario colombiano en moto a la salida de un mitin, Zurita fue designado para tomar el lugar de Villavicencio a una semana de la primera vuelta presidencial del domingo.

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Siempre usando chaleco antibalas en público y con una mirada tranquila que se esconde detrás de unos grandes lentes, Zurita no ha tenido tiempo para volver al instante en el que Villavicencio murió, ni cuando fue elegido por la familia para reclamar su cuerpo.

“Fue indescriptible”, dice en una entrevista. “Era mi amigo”.

Zurita atiende a la prensa en su oficina en la capital ecuatoriana, la misma que utilizó Villavicencio cuando soñaba acabar con las mafias desde el poder.

Los autores materiales del crimen no han sido identificados. Los adversarios de la dupla se cuentan con varios dedos. El líder de la pandilla Los Choneros había amenazado a Villavicencio, según sus denuncias.

Rivales. Con su investigación maestra, los periodistas revelaron cómo el exmandatario socialista Rafael Correa (2007-2017) y exfuncionarios de su gobierno pactaron apoyos económicos con empresarios para su campaña presidencial a cambio de entregarles contratos estatales.

El libro que revela las pruebas fue bautizado como “Arroz verde”, el código que usaban los lobistas para pactar sobornos. El domingo en las urnas, Zurita enfrentará a su antítesis: la favorita en las encuestas, Luisa González, alfil del correísmo, al que considera una “mafia política”.

Apartes de la conversación:

—¿Qué significaba para usted Fernando Villavicencio?

—Era un gran complemento, teníamos una enorme capacidad para trabajar juntos y construir cosas muy poderosas partiendo de la información. Éramos la fórmula perfecta para construir enormes casos.

—¿Dudó en tomar su relevo para las elecciones?

—El relevo es una necesidad ética, el relevo es decir: “No vamos a dejar que tu nombre desaparezca”, significa decir: “Mira, voy a hacer lo posible por honrar tu palabra, tu conciencia, tus pensamientos, tu ética, tu estatura moral”.

—¿Qué recuerda del momento del asesinato?

—Yo estaba como a unos cinco metros. Cuando empecé a escuchar las detonaciones, no pensé que eran balas, pero después que escuché el ruido y la estampida de gente que empezó a ingresar nuevamente a ese coliseo, pues me di cuenta de que estaba pasando lo peor. Pecho a tierra, avancé por el piso, vi mucha sangre.

—¿Quién quería callar a Fernando Villavicencio?

—Quienes tenían miedo de él, lo callaron quienes sabían que era una amenaza y si lo callaron era porque tenía enormes posibilidades de ganar.

—¿Cree que quienes lo asesinaron quieren atentar contra usted?

—Es que represento lo mismo, es que no es solo una amenaza, han matado al candidato, han venido por nosotros, estoy ahora de candidato y represento lo mismo.

—¿Cómo ha sido pasar de ser periodista de investigación a candidato presidencial de un momento a otro?

—Eso sí ha sido totalmente novedoso para mí (...) porque hasta hace una semana yo era un periodista puro, me intimidaba el mundo y lo entendía desde la capacidad libre que tiene el periodismo.

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