¿Dolarizar o no?, una polémica que crece mientras Massa estrena la intervención "por bandas" permitida por el FMI

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poder como indicador de incertidumbre.

Para los economistas, el salto de 22% del tipo de cambio oficial del 14 de agostose agotará en los próximos 60 díasy la expectativa es que después de las elecciones del 22 de octubre sobrevendrá otra devaluación.

Es con esa expectativa que las empresas y los ahorristas buscan dolarizarse intensificando un movimiento que viene de largo y que ahora cobra vigor, además por la posible dolarización total que impulsa Javier Milei, el candidato más votado en las PASO.

Patricia Bullrich está a punto de anunciar formalmente que Carlos Melconian y Luciano Laspina presentarán un plan económico que, lejos de la dolarización total, resultara "viable" para bajar la inflación, eliminar gradualmente el cepo cambiario y recuperar las posibilidades de crecimiento.

Un punto sobre el que no existe discusión es que para dolarizar el gobierno que lo intente necesitará entre US$ 30.000 y US$ 35.000 millones, cifras muy difíciles de conseguir para una Argentina sin credibilidad financiera alguna al punto tal que en el vecino Paraguay dejarían de aceptar pesos como moneda de cambio.

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Los tres bocetos de dolarización de los asesores de Milei (Emilio Ocampo aumentando la deuda, Carlos Rodríguez bajando fuerte la tasa de interés en pesos- los dos proponen un camino acelerado- y Darío Epstein, para aplicar después de eliminar el déficit fiscal) son analizados a fondo por Marina Dal Poggetto.

Aumento del endeudamiento, posible default de la deuda, restructuración de depósitos, fuerte baja de las tasas para "despesificar" forman parte de un cóctel de posibilidades en el mundo de los dolarizadores que consideran que la única forma para contener la tentación de la política para aumentar el gasto público es eliminando la posibilidad de emitir pesos.

El debate avanza mientras el ministro-candidato Massa intenta estabilizar el mercado cambiario anunciando que el dólar oficial de $ 350 se quedará quieto hasta el 15 de noviembre y que el FMI lo autorizó a intervenir en forma de "bandas" (se establece diariamente un precio comprador y otro vendedor) aunque sin definir públicamente a qué precios.

Un informe del estudio Arriazu posterior a la devaluación afirma: "La capacidad del Gobierno de darle algo de estabilidad al tipo de cambio de aquí a las próximas elecciones dependerá de lo que ocurra en términos de confianza y qué tanto se logre contenerla espiralización de los precios".

El Gobierno intenta contener los precios autorizando subas de 5% después de haber devaluado 22% y acelerado la inflación y las negociaciones paritarias para acordar aumentos salariales de hasta 60% por un semestre.

En este contexto, el traslado a precios de la devaluación, que en otras oportunidades demandaba meses, en esta ocasión se limitó a días. La memoria inflacionaria se recompuso aceleradamente.

Si algo no se permiten las empresas es perder caja en situaciones de inestabilidad y las que operan en la Argentina conocen los mecanismos de memoria. Suba de precios e importaciones preventivas para cuidar los stocks forman parte del manual para enfrentar las crisis y la incertidumbre.

También el marco de referencia está dado por el nivel de la tasa de interés que, en 118% anual o sea 9,8% mensual, resulta perdedora frente a un costo de vida que este mes treparía 12/13%, pero que el gobierno ofrece como ganadora frente a un dólar oficial quieto hasta mediados de noviembre.

La conjunción de salto del dólar y tasas positivas frente a la variación de la divisa favoreció la liquidación de la agroindustria exportadora y le permitió al Banco Central ganar reservas aunque ese resultado el gobierno lo mida día a día.

Los US$ 7.500 millones del FMI despejaron el panorama de corto plazo, lo que no se llega a arriesgar a si será por meses, semanas o días. Y más aún, cuando en el horizonte persiste la expectativa de los profesionales sobre que otro retoque cambiario se producirá antes de fin de año.

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