La calle de los masones en Buenos Aires

Sociedad
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La masonería siempre estuvo vinculada a la discreción, a lo hermético y a la reserva. Por otra parte, es la sociedad secreta con más reconocimiento en el mundo,

y en diferentes épocas tuvo una fuerte incidencia, tanto en lo político como en lo social, con diferentes resultados alrededor del planeta. La expresión masónica se sostuvo desde el medievo, con registros históricos pocos conocidos, y se institucionalizó por primera vez en 1717 con la reunión de cuatro logias inglesas, fundando la Gran Logia Unida de Inglaterra.

Masoneria

La tradición, los ritos, las ceremonias y las logias se constituyeron en distintos países, y se implementó una mirada filosófica liberal y progresista en sus reuniones y tenidas, que confrontaría en las décadas venideras, con los regímenes absolutistas establecidos de la época. Esta fue la semilla de la masonería en Argentina, cuyos principios incentivaron las primeras sociedades patrióticas independentistas, como la Logia Independencia y la Logia Lautaro, que se opusieron al virreinato colonial. El esfuerzo y el éxito de los patriotas dio como resultado la fundación de la primera Gran Logia masónica autóctona a mediados del Siglo XIX.

“El origen de la masonería se pierde en la oscuridad de los tiempos. Decimos que era operativa porque tenían el secreto de la construcción de las iglesias en Europa. La podríamos ubicar en los años 1100 y 1200 de nuestra era, en los gremios medievales del Lago di Como. Dentro del gremio, tenían leyes y derechos que la sociedad de esa época le negaba al resto, como convenios de ayuda mutua y salarios”, destacó Nicolas Breglia, especialista en historia de la masonería y presidente de la Academia Masónica de la Historia , y agregó:."En el siglo XVIII, con la masonería especulativa, se incorporan filósofos, políticos y militares para transformar la sociedad civil, es decir, para construir el templo interior. En un régimen feudal y rígido, la masonería inicia todo un proceso revolucionario a nivel mundial para tener una sociedad integrada, laica, progresista y democrática. Esto sucede en Inglaterra, el paradigma de la revolución industrial, donde se necesitaba un nuevo hombre integrado, que sepa leer y escribir. El movimiento de la ilustración comienza esa lucha, con un germen revolucionario que culminaría con las democracias modernas".

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Cafe de Marco

Sin embargo, no todos los países fueron abiertos a estos cambios, y mucho menos a las organizaciones masónicas. Distintas persecuciones a la masonería y prejuicios contra el masón, en distintas regiones del mundo, impusieron en sus miembros un estado de discreción y reserva a lo largo de los tiempos. También la idiosincrasia hermética e iniciática de la misma institución otorgaron ciertos rasgos de invisibilización. Pero los tiempos cambian. “Es un fenómeno mundial. Se despertó un interés hacia la masonería y por eso vamos a las universidades, vamos a los medios y nos hacen reportajes”, explicó Breglia y añadió: “Antes uno, si se identificaba como masón tenía temor a ser discriminado, en cambio, ahora no. Al contrario, ahora lo distinguen porque se toma conocimiento de los principios y valores que defiende la Orden. Hemos roto la demonización de hace 40 o 50 años de la masonería”.

Marco Antonio Joyas

Tal vez, esta sea la respuesta a un fenómeno insólito que está ocurriendo en la actualidad y, en particular, en una calle porteña. En la ubicación de la cuadra de Teniente General Juan Domingo Perón al 1200, se encuentra, desde hace más de un siglo, la sede central de la Masonería Argentina. Este imponente templo, con su distintiva marca del compás y la escuadra, fue construido en 1872 y es el punto clave de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, la institución masónica más grande del país que, con sus centenares de logias, supera los 10.000 afiliados. Pero no es el único espacio referido a la temática que convive en esa cuadra. Un hecho muy curioso y sin precedentes en el mundo, ocurre de la mano de enfrente.

Gran Logia

Frente al templo, se encuentra un corredor de negocios con el mismo distintivo masónico del compás y la escuadra. Una serie de locales de distintos rubros que se encuentran casi uno pegado del otro y se distinguen por su visibilizada temática vinculada con la Orden. En esa calle, se puede reconocer un espacio de arte, una joyería, un restaurante y hasta un hostel. Una combinación comercial que puede darse en otros rincones del planeta, pero lo característico de estos establecimientos privados es que tienen a la masonería como tópico destacable. El responsable de que esto ocurra es un solo emprendedor.

Marco Arslanian

Marco Arslanian, de profesión orfebre, se inició de muy joven en la artesanía del diseño de joyas y accesorios en distintos locales del centro de la ciudad. Pero su carrera laboral sé amplío al ingresar a una logia a la edad de 24 años. “En el 2005, cuando me inició, se enteraron de mi labor en la orfebrería y me empezaron a pedir cosas. Dada las circunstancias, era muy difícil conseguir accesorios masónicos, ya que incluso había que viajar al exterior, a Londres o a Francia donde se podían comprar, decidí hacer unos arreglos a pedido, lo básico, pero después me encontré con que había que hacer de todo. Me especialicé en joyerías masónicas, yo estaba más avanzado en la masonería, así que estaba al tanto de lo que se requería”, rememoró el creador de Marco Antonio Joyas, el primer emprendimiento de Arslanian vinculado a la temática.

Marco Antonio Joyas

Pero la notoriedad pública de los emprendimientos masónicos de Arslanian vino con su segundo proyecto: El Café de Marco. “Nace con una idea de recrear el legendario Café de Marco que existió cuando llego un catalán llamado Pedro José Marco en 1801. Se instaló en una parte estratégica de la época, la calle Santísima Trinidad y San Carlos (actual Alsina y Bolívar), que en esa ubicación actual hay un edificio construido allí. Frecuentaban las mesas del Café, próceres como Mariano Moreno, Belgrano, Monteagudo y Castelli. Fue una idea de recrearlo porque mezcle un poco de todo lo que me gusta: la gastronomía y la historia. De hecho, estudiando un poco de los libros, me encontré con uno del historiador Emilio Corbiere. En su libro, se señala que estos hombres se reunían y conspiraban en aquella época de la Revolución de Mayo. A mí me quedo eso dando vueltas por la cabeza y llegó el día que se dio y lo hice en diagonal a la Gran Logia de la Masonería Argentina”, señaló el joyero. Que también manifiesta un punto increíble, la coincidencia del nombre propio de ese histórico espacio gastronómico, recreado en 2012, con el nombre de pila de Arslanian.

El Café de Marco

Este reducto gastronómico dispone de un menú especializado en comidas con una fuerte impronta federal. Riquísimos locros, porciones de carnes ahumadas, empanadas de cordero con roquefort, diferentes guisos y las notables peras al Malbec, son las estrellas de la carta. La decoración está compuesta de mandiles masónicos, medallas, libros de historia, retratos de próceres y una sobresaliente réplica del sable del general José de San Martín.

“Cuando salimos de la pandemia, un local se desocupó al lado del Café. Ese espacio lo imaginé, lo dibujé y lo hice. Ese lugar se transformó en una galería de arte, pero en una muy particular. Así nació VITRIOL”, explicó el emprendedor de origen armenio, aclarando que el nombre proviene de una frase latina atribuida al alquimista Basilio Valentín, que se lee como “Visita Interiora Terrae Rectificando Inveniens Occultum Lapidem”, es decir: “Visita los Interiores de la Tierra, Rectificando Encontrarás la Piedra Oculta”.

VITRIOL

“El espacio cultural fue creado para difundir el capital simbólico de artistas contemporáneos de todo el país. Consta de una gran sala rectangular disponible para quienes indaguen el territorio infinito de los símbolos, el rito, el mito, la alquimia, las religiones comparadas y la elevación espiritual. Durante el año se programarán actividades diversas como conferencias, charlas, conversatorios, presentaciones de libros y cursos abiertos a la comunidad”, detalló el curador de la galería, Julio Sánchez Baroni. Artistas como el fotógrafo Leandro Allochis hasta el fallecido Alfredo Portillos, apodado “el chamán del arte argentino” y su hijo Nicolas estuvieron presentes con sus creaciones. “Oscar Bony y Victor Grippo, son artistas superiores argentinos que trabajan la temática y estamos interesados en traer. Hay un nuevo artista, Diego Cienfuegos, que todavía no expuso en ninguna parte y trabaja el tema de los guardianes y se tiene pensado hacer su primera muestra para nosotros”, señaló el responsable artístico del espacio.

VITRIOL

Probablemente, de los emprendimientos de Arslanian, el último hasta el momento, sea el más novedoso e impensado en relación con la masonería. Le Templier (denominación de El Templario, en francés) es un hostel con una visible temática masónica que está ubicado al otro costado de El Café de Marco. A diferencia de los otros proyectos, este albergue para turistas, masones y no masones, manifiesta la relación de la francmasonería con la legendaria Orden de caballeros medievales. En las paredes de algunas habitaciones del complejo, ubicado en el primer piso, se pueden observar diversos cuadros de los famosos guerreros templarios.

Le Templier

“Antes había un hostel en el mismo lugar, pero a los dueños no les fue bien con la administración del sitio. Me lo puse al hombro y lo restauramos, porque estaba un poco abandonado. Pensamos un nombre y pusimos Le Templier porque es un sitio austero y con habitaciones estilo boutique. Lo relacioné a la orden de caballeros porque ellos al hacer esas rutas tan largas en el medioevo necesitaban un paraje cómodo para descansar. Un punto hospitalario, limpio y con cierta austeridad”, explicó el emprendedor masón. El albergue ubicado en Tte. Gral. Juan D. Perón al 1269, cuenta con habitaciones grupales y privadas con baño compartido y amplios balcones que dan en diagonal a la Gran Logia.

Sobre la gran pregunta de por qué se llegó a esto y, sobre todo, en la misma cuadra, la respuesta de Marco Antonio Arslanian es mucho más simple de lo que se puede llegar a esperar. “Estos emprendimientos se fueron dando, también tengo un equipo de gente que me acompaña. Esto no lo hago por una cuestión económica, me da placer y también uno conoce de donde viene, de la nada a lograr tanto. Y porque todo en la misma cuadra, es sencillo, me volvería loco si tuviera cada negocio en distintos lados. Cuando ingrese a la masonería se hablaba de salir a la sociedad porque estábamos encerrados en cuatro paredes”, confesó el dueño de El Café de Marco.

Marco Arslanian

El futuro de la cuadra masónica está todavía en expansión, entre los proyectos privados que tiene Arslanian en la calle Perón se encuentran una librería especializada, una sastrería y una zapatería, este último en honor a su padre. Estas próximas iniciativas desde su ideal deben tener el símbolo del compás y la escuadra en la entrada. En Inglaterra, se sabe que hay numerosos locales privados dedicados a la Orden, pero el caso argentino es, por el momento, único al ser todos en la misma vereda, frente a la Gran Logia de la Masonería Argentina y de la mano de un solo emprendedor.

Este fenómeno autóctono rompe el molde de discreción y reserva que la hermandad sostuvo a lo largo de los años y con la cual es reconocida en el mundo. La conclusión final podría ser la del especialista en historia masónica, el abogado Nicolas Breglia. El ex Gran Maestre, especialista en legislación laboral, concluyó: “La masonería argentina es distinta, nosotros somos una masonería popular. No está integrado por la aristocracia ni nada de eso, está conformada por la clase media, obreros y empresarios. Esto, en definitiva, representa una movilidad social ascendente”.

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La cuadra masónica de Buenos Aires | Foto:Piemonte