La guerra a Occidente

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Como “guerra sagrada contra Occidente” definió el líder norcoreano al conflicto bélico que libra Rusia en Ucrania. En esos términos habló Kim Jong-un en la cumbre que parece

un nuevo trazo en el rediseño geopolítico del mundo.Hablar así parece más propio de un ayatola iraní o un jihadista suní, que del líder del último totalitarismo comunista que existe. Nada más opuesto al materialismo dialéctico de Marx y su paso a la praxis ejecutada por Lenin. En Corea del Norte todavía se rinde culto al autor de El Capital y al ideólogo de la revolución bolchevique, pero también se sacraliza a sus gobernantes como divinidades ungidas por los dioses del Monte Paektu. En Siberia, Kim Jong-un proclamó que estará siempre junto a Rusia en esa “guerra sagrada”. Putin lo escuchaba sonriente. Lo que no hizo sonreír al presidente ruso fueron los ejercicios militares conjuntos que tropas norteamericanas y armenias realizaron, en esos mismos días, en el país transcaucásico.

Para Moscú, que Armenia haya invitado al ejército norteamericano equivale a traicionar la vieja amistad entre Ereván y Moscú. Un vínculo que se remonta a fines del siglo XIX, cuando los armenios encontraron en Rusia refugio de los pogromos y masacres que comenzaron a sufrir bajo el reinado del sultán Abdul Hamid II. Muchos armenios apoyaron a Rusia cuando se enfrentó al Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial. Veían en Moscú la posibilidad de independizarse y apoyaron a la revolución, mientras el régimen de los Jóvenes Turcos continuaba exterminándolos. Stepan Shaumián fue un combatiente armenio que luchó contra el zarismo y, en su honor, se bautizó con su nombre a la capital del Oblast de Nagorno Karabaj, llamándola Stepanakert.Ese territorio está habitado por armenios desde los tiempos remotos del imperio aqueménida. Pero Stalin lo puso bajo soberanía de Azerbaiyán, quedando como un enclave armenio dentro de un Estado turcomano y musulmán.

La amistad entre Moscú y Ereván continuó tras la disolución de la URSS y benefició a Armenia en el conflicto con Azerbaiján, que estalló en 1988 y concluyó cinco años después con el triunfo armenio y la proclamación de Artsaj como territorio independiente de Bakú.Pero la deriva del jefe del Kremlin lo alejó de los armenios, posibilitando el triunfo de la ofensiva azerí del 2020, y ahora posibilita el bloqueo genocida que Azerbaiján está aplicando en el corredor de Lachin.

En el 2020, los armenios perdieron territorios aledaños al enclave que habían puesto bajo su control en el anterior conflicto armado. Más grave aún, perdieron parte de Nagorno Karabaj, incluida Shusha, la segunda ciudad más importante y poblada. Por eso inician un giro geopolítico acercándose a Estados Unidos, mientras Putin recibía al líder norcoreano. El viaje de Kim Jong-un a Siberia y su reunión con el presidente ruso, fueron más importantes que sus anteriores viajes y cumbres. Las dos reuniones con Donald Trump en el 2019 fueron muy vistosas. Los medios del mundo entero dedicaron mucho más espacio a aquellos encuentros en la zona desmilitarizada del Paralelo 38 y más tarde en Hanói. Pero fueron tan espectaculares como vacíos. Kim sólo logró ser protagonista en la prensa internacional y Trump no logró absolutamente nada. En cambio esta cumbre con Putin puede ser más relevante que la que mantuvo con Xi Jinping en Pekín y también que la reunión de su padre, Kim Jong-il, en el 2010, con el entonces presidente ruso Dmitri Medvediev.

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Probablemente, este viaje a Rusia para reunirse con Vladimir Putin sea equivalente al que realizó su abuelo a Moscú en 1949. En aquel viaje, Kim Il-sung, le pidió a Stalin armas y municiones para trasponer el Paralelo 38 para destruir el estado surcoreano. Stalin le dio lo requerido y, en 1950, las fuerzas norcoreanas avanzaron hacia el sur, entrando en guerra con un ejército multinacional comandado por el general Douglas MacArthur.

En esta cumbre, otra vez la cuestión era el abastecimiento de armas y municiones. Pero ahora es Rusia la que las necesita. Putin le pidió a Kim Jong-un municiones de artillería, obuses y proyectiles antitanques para seguir combatiendo a los ucranianos. También Ucrania se está quedando sin municiones y Zelenski recorre países aliados reclamando que lo abastezcan. Quien logre conseguir primero grandes cantidades de municiones, tomará ventaja en este conflicto que se encuentra empantanado. Las municiones que posee Corea del Norte son anticuadas y se calcula que tienen un rendimiento del 80%. Una insuficiencia que Rusia puede dejar de lado debido a la gran necesidad de pertrechos que le impone la guerra en Ucrania.

El encuentro Putin-Kim fue al revés que la cumbre de 1949. Esta vez Rusia es la que necesita asistencia norcoreana y eso genera una oportunidad que Kim Jong-un no dejó pasar. Por eso viajó en su tren blindado hasta Siberia y escenificó la relevancia que los apremios rusos le dan a su lunático régimen. Por cierto, a cambio de las municiones, Kim habrá pedido lo que tantas veces pidieron su padre y su abuelo: alimentos para una población varias veces diezmada por hambrunas desde mediados del siglo XX. Pero seguramente pidió más. Y el lugar donde se encontró con Putin sugiere una posibilidad que quita el sueño a japoneses, surcoreanos y norteamericanos. La cumbre se produjo en el cosmódromo de Vostochni, que hizo construir este jefe del Kremlin porque el cosmódromo soviético Baikonur está en Kazajstán y quedó en poder del Estado kazajo tras la disolución de la URSS.

Los países que rodean a Corea del Norte y ven pasar sobre sus cabezas los misiles balísticos que prueba el régimen constantemente, no dudan que Kim Jong-un habrá pedido a Rusia tecnología misilística de avanzada. Los norcoreanos tienen misiles pero, en esa materia, la tecnología rusa avanzó hasta los misiles hipersónicos que está estrenando en Ucrania. Este coincidir entre Kim Jong-un y Putin parece llevar la relación ruso-norcoreana a un nivel superior. En ese nuevo nivel pueden ocurrir cosas inéditas, como maniobras militares conjuntas. Corea del Norte jamás hizo ejercicios ni con Rusia ni con China, porque la Doctrina Juche impone la “autosuficiencia” en todos los rubros, una patraña que nunca funcionó pero siempre se escenificó a través del poder militar.
El hecho es que la cumbre en el Vostochni termina de sepultar la etapa en la que Rusia suscribió el tratado internacional que intentaba frenar el programa armamentístico norcoreano. Ahora, el último régimen comunista del mundo y la Rusia de Vladimir Putin se juntan para librar “la guerra sagrada contra Occidente”.

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Putin y Kim | Foto:CEDOC

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