La conversación con Jordan languidecía, con la frustración de que la inquietud final no tuviera eco. De regreso a la redacción de Clarín, primó la sensación de que ciertas contradicciones que
ahora interpelan no lo hacían hace 50 años, cuando la Casa de Ronald McDonald (y la Fundación Mundo Marino, casi de la misma antigüedad) forjaban su destino. Destino que, a juzgar por los dichos de los referentes aquí vertidos, puede apostar o no una cuota de reputación al revisionismo.