Según los relatos, una de las sobrinas de Ojalvo se comunicó con el portero del edificio para consultarle si sabía algo sobre su familiar, ya que no podían comunicarse con él.
Sin embargo, el portero no estaba al tanto, ni tampoco tenía forma de ingresar al departamento. Luego, otra sobrina fue la que se acercó al domicilio de Ojalvo con una llave, y pudo abrir la puerta. Una vez adentro, se encontraron con una escena de completo desorden y con el cuerpo del jubilado ya sin vida, tapado con sábanas y una toalla.