Tres años después de la decapitación del profesor Samuel Paty por un terrorista islamista, tras mostrar en clase caricaturas del
profeta Mahoma en los suburbios de París, o cinco meses después del asesinato de Dominique Bernard, un profesor de francés en Arras, en el norte de Francia, también con un cuchillo, por un antiguo alumno de origen checheno y radicalizado, esta salida provocó otro electroshock y temor en la educación nacional francesa.