La nueva historia de Marcelo Birmajer: El caso del cliente muerto (primera parte)

Espectaculos
Lectura

De casualidad, en un bar de la Recoleta, cerca de la calle Bioy Casares, topé con Elías Borgovo y acepté el mandato del azar. El veterano periodista y escritor, devenido detective

vocacional con oficina propia -heredada de una provecta clienta agradecida-, me recibió en su mesa como si lo hubiéramos acordado. Terminaba un café, yo me pedí un licuado de durazno al agua, con hielo. Y un sorbete, claro. El mozo me negó el implemento. Como yo había olvidado esa necia ordenanza, repliqué a Borgovo mi platónica argumentación, cual Catón (cuya significancia histórica ignoro por completo):