Dado por muerto políticamente tras una debacle de la izquierda en las elecciones locales del 28 de mayo, Sánchez, uno de los pocos socialistas al frente de un gobierno europeo,
se arriesgó y convocó inmediatamente elecciones generales en las que llegó de segundo, detrás de su rival conservador, Alberto Núñez Feijóo.