"Entró al local con cara de buena persona para venderme lapiceras. Pero como yo todavía no había cobrado, le dije 'Pasate el 5 (de septiembre), que yo seguramente cobre'. Me dijo
que 5 lapiceras valían 1.000 pesos, y se fue. Siete u ocho minutos más tarde entró nuevamente y me dijo 'Pasá para adentro y no grités, no hablés'. Yo le agarré las manos para que no sacara nada de la mochila, pero él me llevó contra la puerta del depósito", comentó Verónica, la vendedora.