Daniel Schteingart, magíster en Sociología Económica, contó que es habitual el relato negativo que tienen los países sobre sí mismo, pero que Argentina “es un país cómodamente de mitad de tabla
para arriba”: “Argentina no necesita romper, necesita reformar”, planteó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1)
Daniel Schteingart es sociólogo, director de la planificación productiva de la consultora Fundar. Además, estudió música en el conservatorio de Astor Piazzolla.
Nosotros dedicamos una columna de hoy a explicar que la Argentina no es “un país de mierda” y a tratar de conjeturar cómo es aprovechado lo que llamábamos “un goce masoquista con fines electorales”. O sea, cómo convencernos de que es un país de mierda, quiere decir que en los últimos años todo se hizo mal y contribuye a que no se vote a los partidos tradicionales. Es decir, se ha utilizado como lenguaje performativo para convertirlo en un país de mierda. ¿Cuál es tu reflexión al respecto?
Hay algo que circula bastante en el discurso público que es la idea de que Argentina es un país invivible, decadente, o, como bien dijiste, de mierda. Y la verdad es que cuando vos mirás, no es así. Argentina es un país que en cualquier métrica social todavía es un país cómodamente de mitad de tabla para arriba.
Hay que mirar el ingreso per cápita, la esperanza de vida, la mortalidad infantil, los años después de escolarización de la población, el acceso a la infraestructura, a la calidad democrática, etcétera. En todas esas métricas, Argentina está cómodamente de mitad de tabla para arriba a nivel regional y a nivel mundial.
Eso lo tenemos claro, pero ¿vale la pena conjeturar, desde tu perspectiva, que en realidad es utilizado con fines electorales para votar en contra del radicalismo y del peronismo? En la historia hubo diversos políticos y comunicadores con cierto sesgo común con estos políticos que dijeron que la Argentina “es un país de mierda” o defenestraron públicamente contra esta nación. ¿Creés que está utilizado electoralmente para, casualmente, votar en contra de los partidos que nos gobernaron en el pasado?
Está claro que cuando se insiste mucho en la idea de “un país de mierda”, hay una intencionalidad de decir, bueno, dinamitemos todo. Es decir, como esto es un país que hay que resetearlo de cero, eso justificaría romper todo. Creo que hay una afinidad entre esa lectura para poder justificar transformaciones muy radicales: donde hay un montón de cosas que ya funcionan relativamente bien en Argentina, o no tan mal, se busca justificar que las rompan.
Un ejemplo típico es el de las universidades públicas. El Gobierno busca algún dato para armar una controversia, por ejemplo el porcentaje de migrantes (que también es discutible) para justificar el desfinanciamiento. Esa cuestión es el común denominador de todo lo que vos mencionás.
Hace un tiempo, en 2019, había hecho unas encuestas en redes sociales, donde preguntaba qué tan de acuerdo estaban con la idea del país de mierda. Y ahí daba que, en general, la gente que votaba más cerca de la derecha también coincidía con esa versión, mucho más que la gente que podríamos decir de centro para la izquierda, incluyendo parte del radicalismo.
Entonces, ahí la pregunta es la del huevo y la gallina: si es la dirigencia de esos espacios más de derecha que representan esa mirada más crítica de la Argentina, o si es que la mirada ciudadana que se ve representada por los políticos se nutren de ese discurso para después creer que el país es un país de mierda.
¿Argentina y un sufrimiento narcisista?
¿Y desde el punto de vista sociológico? Nosotros planteamos la diferencia entre goce y placer, y que en realidad en el masoquismo había un narcisismo de “nadie sufre como yo". Es decir, una forma de goce que no es simplemente de los últimos años. Hay una cultura argentina quejosa, bien italiana y anarquista, que nos construyó con todos los inmigrantes europeos, con todo lo bueno que eso evidentemente tiene y que puede ser aprovechado en ese narcisismo masoquista por determinados políticos. Esos partidos pueden encontrar allí una forma de entrarle al discurso de la población en algo que está en el inconsciente de un porcentaje importante de personas. ¿Te parece plausible este análisis?
Sí, puede ser eso que decís. Ahora, hay una cuestión que quiero plantear. En Estados Unidos, si bien hay un patriotismo muy grande por el país, a la vez hay una idea de que los norteamericanos no se dan cuenta lo ricos que son. Es como que están todo el tiempo mirándose el vaso medio vacío de las cosas.
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De hecho, cuando vos preguntás a la opinión pública en general, no solo en Estados Unidos sino en otros países, qué ha pasado en el mundo en las últimas décadas en sus propios países, en general tiende a predominar una mirada negativa. Es como que perciben que el mundo está empeorando, cuando los datos, en un montón de dimensiones, van en la dirección contraria.
Por ejemplo, el salario real en un montón de estos países, no es que cayó sino que ha crecido. Entonces me pregunto si hay algo de este regocijo en la negatividad, que excede a la Argentina. Por supuesto que en nuestro país, a diferencia de otras naciones, hay un fundamento más fértil para creer en esta mirada tan negativa.
¿Cuál es la gran diferencia que tiene Argentina contra otros países? Que en algunas métricas muy relevantes, Argentina involucionó contra sí mismo. En salario real o pobreza por ingresos, por ponerte dos ejemplos muy importantes, Argentina hoy está bastante peor que en algún momento de su historia. Pero, en líneas generales, en el mundo hay bastante evidencia de que la gente cree que está peor que en el pasado.
Las tres verdades simultáneas de la Argentina
Eso que decís es verdad, es algo objetivo. Ahora, una cosa es que uno esté peor que en el pasado, y otra cosa que sea un país de mierda y no sirve nada. ¿No?
Por eso yo lo que siempre digo es que hay tres cosas sobre Argentina que son simultáneamente ciertas y que me parece que es importante recordar. Número uno, no es un país de mierda. Número dos, no todo tiempo pasado fue mejor. Por lo menos, no necesariamente, ya que en algunas variables sí. Pero en otras variables Argentina está mejor que nunca en su historia.
Por ejemplo, la esperanza de vida nunca estuvo tan alta como ahora; la mortalidad infantil nunca fue tan baja como ahora; el nivel de hacinamiento de la población es el más bajo de la historia desde que se mide; el acceso a infraestructura es el más alto desde que se mide.
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Ahora, la tercera cuestión que también es simultáneamente cierta, y a veces lo menosprecian los discursos condescendientes de “Argentina es el mejor país del mundo”, es que Argentina cuando progresa, progresa más lento que el resto de otros países de la región y del mundo. Por eso, Argentina también va cayendo en los rankings de casi cualquier métrica de desarrollo.
Esas tres verdades de Argentina ocurren simultáneamente. El problema de la gente cuando cree que el país es un país de mierda es que se justifica para romper todo. Argentina no necesita romper, necesita reformar, como todos los países, por supuesto.
Ahora hay una cruzada contra la ciencia argentina y contra las universidades argentinas. Y la verdad es que Argentina ha tenido grandes logros ahí: es el único país de la región que pudo fabricar satélites y estaciones de comunicaciones; es el único país de la región que puede exportar reactores nucleares de investigación; es el único país de la región que está en condiciones de fabricar pequeños reactores nucleares como el CAREM, que ahora están desfinanciados.
Entonces, el peligro que yo veo en la narrativa del “país de mierda” es aprovechar eso para romper todo lo que más o menos anda. Ahora, del mismo modo te puedo decir que a veces la narrativa, que claramente no es hegemónica, del “mejor país del mundo", justifica un status quo que también ha llevado a no reformar cosas que sí hacían falta reformar.
AO VFT